jueves, 6 de junio de 2013

CUSCO: DEL MITO UNIFICADOR AL MITO DEL RENACIMIENTO

(Intervención del autor en el Coloquio: Cusqueñidad, Peruanidad y Cultura Andina, organizado por Emufec y el Instituto Americano de Arte, Cusco 7 de junio del 2013)

 Escribe Julio Antonio Gutiérrez Samanez

Son ya 69 años desde la fundación de las fiestas del Cusco y su actividad emblemática: El Inti-Raymi, que nacieron como fruto de una revolución cultural propuesta por un líder social visionario que logró consensuar su idea en el IAA -institución matriz de la cusqueñidad- y en el conjunto de autoridades y la sociedad cusqueña de su tiempo.

Entre muchas ideas, el Dr. Vidal Unda sugirió que tuviésemos “un día para reunirnos y acordar las medidas que deben tomarse para remediar las necesidades cusqueñas y discutir sobre las cosas que nos faltan y ponernos de acuerdo sobre lo que debemos hacer”. Es decir participar como pueblo, como colectivo, en la dirección verdaderamente democrática de la sociedad y el progreso. Tal visión genial no se había llevado a efecto hasta hoy, en que, con este coloquio, rompemos la inercia y nos aprestamos a evaluar junto con los elementos más lúcidos de nuestra sociedad, el impacto de ese tiempo representativo que se movilizó tras un mito unificador y creador que recuperó y creó símbolos, recuperó tradiciones y reinventó ritos, para elevar el sentimiento afectivo de los cusqueños por su pasado glorioso, por su presente prometedor y, lo que es primordial, constituyó un proyecto de modernidad, para lanzar a la vieja ciudad andina al mundo, como un polo de atracción turística y de desarrollo socio económico, en plena hoguera de la segunda guerra imperialista mundial por el reparto de los mercados. El cusqueñismo, un mito unificador localista arrastró, en esos días, más multitudes que las convocadas por la religión católica o por el movimiento político social.

El paso del tiempo anquilosó y cristalizó los ímpetus renovadores y creativos hasta convertirse en un conjunto de ceremonias oficiales, feriados, fanfarria, derroche, jolgorio, fuegos artificiales, brillos de oropel y un carnaval de competencia de marketing entre las empresas comerciales auspiciadoras. Se rescató la forma externa, dejándose de lado el contenido, el espíritu, la reflexión crítica, la meditación sincera y libre.

Por eso, es preciso innovarse, para no seguir viviendo cómodamente de las glorias pasadas y de las invenciones de lúcidas generaciones pretéritas. Es necesario que nuestra generación diga su palabra proponga sus tareas y cumpla sus acciones, mandatos y deberes. Necesitamos hacer un balance de siete décadas, para realizar una reingeniería con nuevos paradigmas, nuevas metas a cumplirse, para redefinir nuestra identidad cultural. Para estar a tono con los tiempos de la tecnología informática y la era digital que están revolucionando al mundo y a las mentalidades.

 
Todavía estamos anclados en las contradicciones insolubles del pasado, el desencanto y la “memoria del bien perdido”, en los odios de campanario o de secta, en la mediocridad de las luchas político partidarias que escindiendo la sociedad, no han hecho sino generar atraso, subdesarrollo, entre suspicacias, odios de clase, de familias, de barrios, de pandillas, con persecuciones venales, inquisiciones, en fin, mezquindad vergonzosa y egolatría abominable. Si la politiquería partidarizada nos divide en sectores enemigos irreconciliables, tomemos como ejemplo aquella edad dorada de la unificación cusqueñista-, construyamos,  otro mito unificador capaz de desatar las ataduras del alma colectiva y que haga brotar otra centuria de grandes realizaciones: el mito del Renacimiento, el inkarry o el pachacutiy, el retorno, ya no del inca del pasado, porque la historia no es un proceso que retrocede, sino una nueva sociedad que revindique al incario en un movimiento espiral creciente, en un nivel superior, desde las propias raíces hasta la modernidad globalizada, y que lo presente como una práctica económico social, digna, creativa y capaz de generar nuevos portentos en la ciencia, el arte, las letras, la economía, la tecnología y la reconstrucción social, con equidad, inclusión y justicia. Es increíble que el mundo admire Machupicchu, pero olvide la formación económico social que lo construyó, porque la infestación individualista y la primacía de la propiedad privada en nuestra mente, nos impiden comprender los logros del trabajo colectivo ordenado y voluntario que conocemos como ayni, que los campesinos modernos han adaptado aún a las condiciones del sistema capitalista imperante. Tomemos la parte revolucionaria y transformadora del mito que el pensador peruano José Carlos Mariátegui explicó diciendo que: “la fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia, está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito…” y esta es una clave importante para nosotros.

El cusqueñismo, como sentimiento emotivo de amor a la tierra natal, ha brindado la posibilidad de pensar al Perú desde dentro de sus venas y neuronas, con cabeza propia, allí están las obras del Inca Garcilaso, Clorinda Matto, Ángel Vega Enríquez, Uriel García, Luis E. Valcárcel, Roberto Latorre, profetas del indigenismo y la cusqueñidad, cuyo fruto del pensamiento alumbró el discurso de la peruanidad, de cuyo venero bebieron Riva Agüero, Porras, Basadre, Sabogal, Tello, Haya de la Torre, Mariátegui, Víctor Andrés Belaúnde, Arguedas, Zuidema, Murra, Rowe, Rostworowski, Macera, Franklin Pease, Burga y Flores Galindo y, más cercanos a nosotros, Vidal Unda, Román Saavedra, Fuentes Lira, Gutiérrez Loayza, Yépez Miranda, Caller, Chávez Ballón, Barreda Murillo, Tamayo Herrera, Daniel Estrada, Valencia Espinoza y Flores Ochoa. Paladines del pensamiento y la acción ética y moral del cusqueñismo

El cusqueñismo, base de la peruanidad nutrió al pensamiento latinoamericano y andino. Ahora se habla de una filosofía andina, que rescata la sabiduría de los pueblos indígenas, deslindando con la filosofía eurocentrista occidental, en obras de Estermann, Mejía Huamán, Pacheco Farfán, Manrique Enríquez. Oponiendo el paradigma andino de conocer la naturaleza para adaptarse a ella, al paradigma occidental-norteamericano del capitalismo salvaje, de dominar la naturaleza para explotarla, contaminarla, desertificarla y, explotar, igualmente, a la mayoría del género humano para mantener el despilfarro y el consumismo demencial de una pequeña parte privilegiada.

Por eso estas fiestas locales deben salir de la chatura intelectual y pueblerina, mediocre y convertirse en el gran Raymi de la peruanidad y de la cultura andina. Es decir propiciar un Renacimiento, no solo para darle al Cusco mayor prestancia de la que ya posee, sino para retomar, no en la retórica sino en el terreno práctico, el liderazgo real que aún no posee, reinventando o revolucionando sus instituciones, su universidad tri-centenaria que todavía no ha logrado salir del marasmo y del pantano de la politiquería criolla, en perjuicio del avance de la ciencia y la investigación, pues debía servir a su pueblo. El turismo: “tarea de todos”, ya no puede seguir siendo “negocio de pocos”, sino fuente propiciadora de bienestar, educación y cultura para el pueblo. La educación escolar ya no puede ser una actividad libresca y memorística, sino creativa e innovadora con pleno uso de las tecnologías informáticas. Porque sabemos que la sociedad moderna está basada en la cultura y la información.

La actividad política no puede ser patrimonio del mejor postor, que haga su inversión para recuperar después con creces, sino una actividad entregada por mérito a la inteligencia y la capacidad. La actividad empresarial moderna tiene que ser inclusiva, creativa, socialmente responsable y amigable con el medio ambiente. Todo esto que suena a utopía deberá ser logrado a corto, largo o mediano plazo por lo que debemos planificar estratégicamente.

Es elemental que nuestros recursos sean administrados por nosotros mismos para conseguir nuestro desarrollo, y eso debe ser decisión popular unánime o el centralismo seguirá chupando de nuestra sangre y disponiendo a su antojo de esas riquezas.

La empleocracia estatal tiene que modernizarse y dejar las prácticas corruptas, todo el aparato público tiene que servir a la sociedad y no servirse de ella. Hay que fortalecer la participación popular, la sociedad civil y la institucionalidad.

El nuevo cusqueñismo tiene que planificar el crecimiento de la ciudad, ahora desordenado y caótico, tiene que poner fin a los atropellos contra el patrimonio cultural, los robos sacrílegos y la depredación de las riquezas culturales. El nuevo cusqueñismo tiene que ser un ejemplo a seguir para regenerar la patria entera. Se tiene que promover la cultura, el arte, las letras y la creatividad, para hacer florecer el talento dormido y desperdiciado de las juventudes; la mejor manera de reducir la brecha social entre pobres y ricos, no es reprimiendo, sino impartiendo educación, capacitación y más oportunidades. Manuel González Prada, -el escritor peruano que hace un siglo decía que en este país donde se pone el dedo salta pus, y que incitaba a los jóvenes a sembrar árboles nuevos para cosechar nuevas flores y nuevos frutos-, había escrito: “la historia de muchos gobiernos del Perú cabe en tres palabras: Imbecilidad en acción; pero la vida toda de un pueblo se resume en otras tres: Versatilidad en movimiento”. Seamos la expresión de esa versatilidad.

Es tiempo de sacudir la esclerosis de los siglos y reinventar para nuestra tierra cusqueña otra etapa de cambio con creatividad. Para eso estamos todos convocados.

 

 

sábado, 22 de septiembre de 2012

CARLOS OLIVERA, TEMPLANDO EL TRUENO EN LA DIMENSIÓN DEL VACÍO

 
 
(Dedicado al artista Fernando “Tolo” Olivera y al profesor Gabriel Vignes)

Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez.

“El Artista tiene sus maneras de llegar a los tuétanos de la existencia”…

“El artista, juega, se divierte: no trabaja” (Carlos Olivera)

No hace mucho, en su programa televisivo de Radio Programas del Perú, el periodista Chema Salcedo, entrevistó al artista cusqueño Carlos Olivera, con motivo de la presentación de una muestra y un libro de su obra. Conozco a Carlos y puedo decir que es un talento ejemplar; un hombre de genialidad artística y una capacidad asombrosa de trabajo. Posee, además, una gran devoción por su arte, que lo impulsa a desarrollar un sin número de personajes, formas y seres extraordinarios que toman el espacio y la vida a través de la imaginación ilimitada de nuestro artista, que ha mostrado el fruto de su talento en el Museo Pedro de Osma de Barranco y que ha sido plasmado en un extraordinario libro fotográfico de sus principales obras.

Olivera es un artista múltiple e innovador, no sólo en el campo estético sino en el aspecto técnico. Toda nueva expresión artística trae un nuevo lenguaje, una nueva propuesta de la mano con nuevas técnicas y materiales. Por ello, como un duende con poderes mágicos y capacidad creadora exorbitante, ha generado toda una escuela de discípulos que, no diremos que lo imitan (aunque hay algunos que sí lo hacen servil y vergonzosamente), sino que siguen, asombrados, los pasos de gigante de este maestro.

Olivera muestra su trabajo en Lima después de haber recorrido medio mundo y tener sus obras en selectas colecciones. Con paso firme y con una propuesta excepcional ha roto las barreras del centralismo limeño, casi siempre mezquino y excluyente con la gente del Perú profundo que es el verdadero Perú.

En la entrevista ha exhibido la serenidad de su pensamiento madurado por el tiempo y el trabajo, como un diamante pulcramente facetado y brillante.

Una bola de plastilina que le alcanzó cuando niño, su padre, el artista Fernando “Tolo” Olivera, desencadenó una avalancha creativa, un escrutar del espacio, la materia y el vacío, con la magia creativa y una temática, como pretexto para insuflarles vida y dramatismo a las cosas inertes. Dice Carlos, que la intención de su padre fue que siga jugando con la plastilina, pero él terminó haciendo escultura toda su vida.

Carlos, ensaya su propia filosofía cuando explica: “Lo que me importa es tratar el espacio a partir del propio espacio y no necesariamente la materia, ahora lo que está pasando como proceso natural en mi trabajo, es que utilizo materiales como pretexto para poder albergar el espacio y para poder trabajar los espacios interiores de la materia” .

Eso se ve en sus serie de esculturas denominada “Metafísica”: “Entre el Éter y el Plomo” o en la obra: “Entre lo sagrado y lo profano” que es parte de la colección expuesta: “La dimensión del Vacío”. Su arte es intenso, hecho de dramatismo, color y asombrosas escenas surrealistas.

Él dice que “el artista no trabaja, sino, en realidad se divierte”, pero no tiene tiempo para respirar. La avalancha creativa puede llevarlo al delirio creativo, cuando confiesa que: “cada obra es un acertijo y una trampa a la vez. El proceso del trabajo parece liberarme, pero cuando termino una, me veo atrapado por la ansiedad de la siguiente”.

Los últimos dos años han sido de una labor muy fuerte, pues el artista ha trabajado obras de gran formato. Yo he visto a Carlos trabajando con esa ansiedad en mi taller de cerámica, donde modeló muchas piezas invalorables.

En Lima ha expuesto muchas veces, una de ellas en la Galería Pancho Fierro; tiene, además, una obra expuesta en un espacio público, -en la Avenida Javier Prado y el cruce con Sánchez Carrión-, es una roca de nueve toneladas de andesita del Cusco, traída como un monolito o “Waka”desde una cantera andina hasta la costa del Perú. Representa al Apu Pachaqtusan, dios ancestral de los quechuas.

En manos de Chema, el libro fue expuesto: dice el periodista que es un tratado monumental de la obra de Olivera, es un recorrido de toda su biografía artística, con fotografías realizadas por su amigo Miguel Aráoz. Allí el escultor rinde tributo a sus padres y familiares.

Sobre el poder curativo del arte debo decir que en manos de Carlos, que es un mago y alquimista de la materia, pues, hurgándola desentraña su quinta esencia encuentra la piedra filosofal y sintetiza el elíxir de la eterna juventud, al tiempo que domeñando la tenacidad de los metales los suelda con la refractariedad y dureza de las piedras, y engasta gemas con resinas y arcillas recocidas a alto fuego. Con todo ello atrapa al espacio-tiempo para superar la dictadura de lo gravitacional con el éter incomprensible del espíritu creador triunfante sobre la materia. Así encontró, sin quererlo, los límites de una física relativista y una química cuántica, responsables de las iridiscencias metalizadas, texturas, calidades y calideces de los materiales telúricos.

Como las plantas mágicas, las gemas también tienen propiedades curativas, las jiwayas, las illas, con sus estructuras cristalinas y propiedades magnéticas refractan los rayos entre los intersticios del alma y el cuerpo, induciendo radiaciones benéficas, para sanarnos, por ello las usan, desde tiempo inmemorial, los maych’as y curanderos de Huasao o de Q’ero.

El arte poliédrico, polifuncional de Olivera, con aristas y extremos en movimiento cinético y cinemático, le induce a proclamar -con Freud o sin él-,el “Triunfo de la Esquizofrenia”, pues el genio es un desequilibrio maravilloso entre la locura y la cordura, tras el trance de un supremo esfuerzo de evasión y búsqueda descontrolada de respuestas, en una aventura sicotrópica. Es el trueno que salta de tanto templar el arco de la vida hasta casi romperlo y es más transpiración que inspiración, como pensaba Einstein. Es, exactamente, cómo se produce el laser, de tanto agitar la luz confinada entre los espejos infinitesimales de un cristal de rubí. Así salta la genialidad irreconocible por sí misma, indómita, irreducible… incorregible para toda estupefacta psiquiatría.

Algo que satisface es saber que este artista se rebela contra la petrificación de los “ismos”, no marca etapas definitivas en su arte, no se encasilla, quiere que su trabajo sea ecléctico, sin un estilo fosilizado, quiere ser libre. Vive un proceso natural en su arte, se siente en la plenitud del árbol, cargado de frutos en el verano apacible y cálido de la existencia.

Carlos trabaja ya instalado en su casa taller de Saylla, un lugar que es, como él dice, un “cerca-lejos” donde, como Gerónimo Bosch en su “Jardín de las Delicias”, creará su soñado jardín de esculturas.

A esas alturas de la entrevista, Chema Salcedo entra en éxtasis al observar la escultura “El embrión Espiritual” que es una bola de madera, mármol negro y acero, y exclama: “qué cosa extraordinaria y tiene un extraordinario sentido del humor, mira esa cara…”

Un terrible “Minotauro”, con delicadas “piernas de señorita”, hechas con el acero de unos clavos de ferrocarril, asusta al entrevistador. El artista ríe y dice, refiriéndose a su escultura, que es “buena gente”, que “él sabe quién es”.

También se muestra una sorprendente pieza en cerámica de gres de alta temperatura y algo que deja perplejo al periodista: un “Tótem”, trabajado en un tronco de aliso de cuatrocientos años tomado de algún techo de casona cusqueña derruida:

- “Este trabajo es espectacular, señores; vean el color, las aplicaciones de metales, piedras, balas como dientes… es fantástico”, exclama Salcedo y pregunta a boca de jarro al artista:

- “¿Qué tal vendes?” Seguramente sabiendo que en nuestro país el artista está casi condenado a morirse de hambre. Olivera le responde afirmativamente, diciendo que vende lo suficiente como para tener una familia bien cuidadita, estar construyendo su casa–taller en Saylla y para tener el esbozo de una sonrisa en el rostro... luego ríe socarronamente. Y es que Carlitos Olivera es uno de los pocos artistas cusqueños que realmente vive de su arte, aún en los peores momentos no ha renunciado a su terco empeño: no es profesor, ni empleado público, ni comerciante, ni artesano. Su vida está íntegramente consagrada a su arte, lo que es cosa de admirar.

Disculpen que, precisamente ahora, recuerde una ocurrencia suya que nos hizo reír y que seguirá haciéndonos reír, cuando le dijo a alguien que le hacía una crítica impertinente en una exposición: “No sé, wayky, creo que está lento tu talento; pero, entre tu arte y mi arte, yo prefiero me-arte”

Sigamos con la entrevista:

-¿Qué te da el Cusco que se refleje en tu obra? -Pregunta Chema- y Olivera le responde: “Me da la posibilidad de recuperar un horizonte tanto de éter como de solidez que me aporta todo el tiempo para la creación. Estoy hablando obviamente del Cusco rural, del Cusco telúrico. Poco tengo que ver con las autoridades, con el chauvinismo, la prostitución de la iconografía y otros aspectos de los que no vale la pena hablar…”

“Ahora mi trabajo me llama a la serenidad, como debe ser, porque sólo a partir de la serenidad se puede conjugar el mundo y amarlo”.

- El resto son embrujos ajenos y deposiciones hormonales adolescentes… Repone, Chema Salcedo.

- Sí, Sí, el mundo es tan maravilloso… que…

El periodista le interrumpe al encontrar, hojeando el libro, la escultura del “Mercurio”; un ser que está volando asido sólo de un timón y una rueda de motocicleta, conquistando el espacio, el vacío la velocidad, el vértigo….

Carlos prosigue su reflexión: “…También me importa ser ecléctico en mi arte, no deseo establecer un estilo en mis obras… me importa ser libre.”

- “Sin embargo, - puntualiza Salcedo, como concluyendo- sigues siendo el chico que jugaba con la bola de plastilina…”.

El tiempo corre tiránicamente y se va acabando la entrevista. Carlos agradece por la fluidez y amabilidad con que fue honrado.

Chema, -maestro de las relaciones públicas-, le dice que depende del personaje para “llevársela fácil”, “como ese pata que tienes, con la motocicleta…Sí, ese Mercurio …¡¡¡shiiii…uuiu!!!, me voy, y al final, todavía, el que va a cobrar soy yo… ja... ja…ja…” .

Y así, intempestivamente, Chema Salcedo, sale de la pantalla hacia el espacio y el éter…¡¡¡shiiii ..iiuuu…!!!, volando, quien sabe dónde. Y nosotros quedamos con un prurito de ansiedad del grafómano empedernido y empezamos a arrancarnos el pellejo, como en esa escultura de Carlos, para hacer brotar en la escritura lo que por fin, escrito está.

(Cusco 9 de setiembre del 2012. jgutierrezsamanezyahoo.com; www.kutiry.org)
Nota.- Les invito a ver los siguientes links:
http://www.larepublica.pe/05-08-2012/artista-cusqueno-carlos-olivera-lo-que-trato-es-de-hallar-piel-en-el-metal